Mertxe Fernandez

Celos

Los celos son la respuesta emocional que aparece cuando se percibe, de forma real o imaginaria, la amenaza de perder a alguien a quien se quiere debido a la entrada en escena de una tercera persona. No se debe confundir celos y envidia, ni celos con celotipia.

En los celos, el sujeto considera “el bien” como propio y lo que aparece es un miedo a la pérdida, mientras que, en la envidia, “el bien” es ajeno y lo que aparece es el deseo.

Por otro lado, los celos son inherentes a la naturaleza animal. No solo se dan en los humanos, y solo un cuatro por ciento, aproximadamente, de los mamíferos son monógamos. Han existido siempre porque, de hecho, no dejan de ser una especie de pulsión que nos sirve para protegernos o para proteger la especie. Podríamos clasificar los celos en tres estadios diferentes. En el primero, los celos comunes, aparecerían cuando se cree perdida/compartida a la persona querida. En un segundo estadio encontramos los celos proyectados, que se producirían en el caso de las infidelidades, o creencias de que se han cometido, por parte de la persona querida. En último lugar, se encuentran los propios de las celotipias o celos delirantes, cuando los celos se convierten en excesivos, irracionales y patológicos, en sospechas continuas y sin fundamento y que, si no se pone remedio, aumentan con el paso del tiempo volviéndose una auténtica obsesión.

Otros celos, quizás los más comunes, es el que se da entre hermanos, y que guardan una cierta similitud con los celos por infidelidad porque la situación es análoga.

Imaginad la siguiente escena:

La esposa está en casa y, de pronto, aunque había estado avisada de la visita intentando que compartiera su ilusión, llega el marido acompañado de una chica más joven, más graciosa, “nueva” …  Se la sienta en el regazo, le da besitos, abrazos y achuchones que, además, le son devueltos por la nueva acompañante. No contento con ello, además le advierte que ahora vivirá con ellos, y la esposa deberá quererla y compartir sus vestidos y joyas con la nueva componente de la familia.

Y, aunque los celos sean, como hemos dicho, algo natural, son fruto de nuestras inseguridades, de no valorarnos, de una baja autoestima o, evidentemente, de patrones afectivos mal aprendidos o padres demasiado rígidos, críticos o exigentes.

Pero ¿cómo funciona nuestro cerebro a nivel neuronal? En el caso de celotipia, conocida también como Síndrome de Otelo, se ha relacionado con una alteración del lóbulo frontal derecho, lesiones frontales del tálamo e incluso el lóbulo frontal izquierdo. Además, un estudio llevado a cabo por Graff-Radford, se evaluó la prevalencia de los celos delirantes en pacientes psiquiátricos, y se asociaron a una causa orgánica. No obstante, esto no quiere decir que no se pueda atenuar e, incluso solucionar, con psicoterapia, especialmente cognitivo conductual.

Otro aspecto que también resulta interesante en los celos son, según Takahashi,  las distintas vías cerebrales que intervienen dependiendo del sexo. Mientras que en el hombre empieza en la corteza visual y finaliza en las áreas somáticas y viscerales, en la mujer se inicia en la red de mentalización, con lo que se relacionaría más con se relacionan con las emociones, mentalización básica y con la experiencia somática y visceral.

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