¿Nos os pasa que, en ocasiones, según lo que estamos haciendo, nos sentimos mal y no sabemos por qué? O, al menos, no lo sabemos de forma consciente… pero nuestro subconsciente, como siempre, como un Pepito Grillo, nos avisa. Se trata de la disonancia cognitiva.
La disonancia cognitiva es esa comezón, esa ansiedad que notamos como música de fondo cuando estamos actuando de forma contraria a lo que sentimos o a lo que creemos que deberíamos hacer. Ya sea por compromiso o por principios, pero nuestra cognición nos avisa de que no estamos de acuerdo con los que estamos haciendo…
Un ejemplo, los remordimientos, aunque no siempre se ve de forma tan clara!! Y no siempre son remordimientos, otras veces es únicamente que queremos algo diferente a lo que hacemos…
Otro ejemplo: Quieres dejar un trabajo. No te gusta, no te sientes valorad@, es un trabajo que va en contra de tus principios, te ocupa demasiado tiempo… pero intentas convencerte a ti mism@ que ese trabajo es lo mejor que debes hacer, que no es el momento de arriesgarte, que más vale malo conocido…
En definitiva: piensas de una forma, pero intentas engañarte y actúas de otra!
Pero, lo más importante: ¿cómo se puede solucionar? Podemos utilizar varios métodos, dependiendo del momento, de las creencias y de nuestra escala de valores en el aspecto a tratar, de las consecuencias de nuestras actuaciones.
Para ello, primero debemos decidir cuál va a ser nuestro comportamiento, nuestra conducta, nuestros actos, sopesando, evidentemente, los pros y los contras de nuestras opciones. Una vez hayamos decidido qué haremos, deberemos buscar todos los elementos cognitivos que se nos ocurran que apoyen la conducta que hemos elegido, con el fin de que las creencias que apoyen la elección cobren más valor.