Mertxe Fernandez

La muerte de una mascota

En la mayoría de ocasiones, y por desgracia no puedo decir en todas, el animal de compañía se convierte en un miembro más de la familia, y su separación o su muerte deja un vacío que no es tan fácil de superar como muchos pensarían y que, en la mayoría de casos, resulta difícil de entender cuando no se ha tenido mascota. Es un luto legítimo, pero muchas veces un luto escondido por miedo a ser juzgados: “solo era un animal”. Pero no, no era solo un animal. Era el amigo, el compañero, el compañero fiel e inseparable que ofrecía un amor incondicional.

Por algunas personas, la pérdida de un animal puede provocar un dolor tan intenso como el de una persona, pero pocos lo exteriorizan de esta forma y, normalmente, se sienten avergonzados si se los escapan las lágrimas cuando hablan de él por miedo a ser juzgados. De hecho, yo he atendido además de un paciente por la muerte de su animalito porque, después de todo, es un ser querido que se va y, quien tiene mascota, ya sabe cómo se lleguen a estimar.

Hay varias recomendaciones que os podría hacer en el caso de la pérdida de una mascota:

En primer lugar, no esconder el dolor y hablarlo. Hablarlo con los otros miembros de la familia, si se tienen, con alguno otro familiar, amigo, conocido, vecino… que haya pasado por la misma situación y porque se sabe que lo entenderán.

También es importante hacer una despedida. Se pueden esparcir las cenizas en caso de haber hecho una incineración individual, hacer una carta de despedida, enterrarlo (siempre que esté permitido) o, en su lugar, enterrar o guardar un objeto que le hubiera pertenecido.

En cuanto a “sustituir” una mascota por otra, se dan opiniones contrapuestas al respeto. Hay expertos que opinan que es mejor pasar el luto antes de volver a “ampliar la familia”, y otros que creen que la alegría de la llegada de un nuevo animalito ayuda a superarlo. Ahora bien, en ambos casos, siempre es mejor intentar que no se asemejen mucho y no poner el mismo nombre.

En último lugar, querría dejar unos datos más objetivos que, de hecho, tienden a dar más credibilidad a todos estos hechos y sentimientos subjetivos: el departamento de ciencias animales de la Universidad de Hawái señala que el 30% de los amos sienten dolor durante al menos seis meses o más y que para el 12% supone un suceso muy traumático, especialmente por aquellos que se han visto obligados a sacrificar a su mascota.

Aun así, tengáis en cuenta que cada luto es diferente, y que cada persona lo vive a su manera. La Psicología es una ciencia, pero no una ciencia exacta y, las personas y los sentimientos, no somos matemáticas.

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